La Fundación fomenta deporte y valores con su campamento de fútbol
Llegó el verano, momento de decidir la mejor opción para suplir el vacío que los libros dejan tras la conclusión de la temporada de los más pequeños. Sin dejar de lado el aprendizaje y añadiendo factores como el deporte, sus valores y el sentimiento rojiblanco, tenemos como resultado el Campus de Verano Fundación Atlético de Madrid, un campamento basado en las enseñanzas del fútbol, en el que lo importante no es competir, sino participar y compartir.
El lunes 30 de junio comenzó la séptima edición del Campus que, a pesar de haber iniciado ya las clases, mantiene aún abierto el plazo de matrícula en sus modalidades de internos para la segunda quincena -del 13 al 26- de julio y externos, para las semanas del 7 al 11, del 14 al 18 y del 21 al 25 de julio, siempre bajo la dirección técnica de uno de los más grandes de la historia rojiblanca, Milinko Pantic, que cuenta con la inestimable ayuda de 12 entrenadores del Club y 15 monitores, que se preocupan por el bienestar de los alumnos en todo momento.
No es un campamento de fútbol tipo, ya que, por encima de todo, 'se potencian valores como el trabajo en equipo, el compañerismo o el esfuerzo y la superación”, tal como destaca Susana Ares, Responsable de las Actividades Deportivas de la Fundación Atlético de Madrid.
'El fútbol es un trabajo en equipo y, en el Campus, intentamos inculcar lo positivo de aunar esfuerzos para conseguir un buen resultado. Prueba de ello es el premio que concedemos, al finalizar el campamento, al 'mejor compañero’. El compañerismo es uno de los valores que absorben nuestros alumnos, es fundamental que sepan compartir y solidarizarse con el resto. Y cuando hablamos de compartir, nos referimos, por supuesto, a eliminar todo atisbo de diferencias, independientemente de cultura u origen”, comenta Susana Ares.
La integración de cada uno de los alumnos inscritos es una máxima de este Campus. Cabe reseñar que hay chicos y chicas de 4 a 17 años y con nacionalidades tan variadas como: españoles, montenegrinos, griegos, japoneses, estadounidenses, mejicanos, ingleses, venezolanos, eslovenos o rusos.
Un campamento abierto a todas las culturas, algo rápidamente asimilado por los alumnos. Y es que Susana Ares nos recuerda anécdotas como las vividas con niños japoneses, tanto ahora como en años anteriores 'a los que, para comunicarnos, les hacemos un planning de la jornada a través de dibujos que representen cada actividad. Además, los niños se desviven por facilitar el entendimiento mutuo, como cuando en las comidas les explican cómo combinamos los platos, en base a nuestras costumbres”.
La mayoría de los foráneos se han inscrito como alumnos internos; vienen expresamente al Campus desde sus países de origen y se instalan durante su estancia en la residencia de la Universidad Camilo José Cela, algo que Milinko Pantic justifica alegando que 'las buenas palabras tienen grande recorrido. Incluso fuera de nuestras fronteras se enteran de lo bueno”.
Tampoco hay que olvidar el prestigio que el director técnico aporta al Campus. Prueba de ello es Uxío, un alumno interno de 17 años que se ha trasladado desde Galicia por segundo año consecutivo para pasar el verano bajo las órdenes de Pantic y sus entrenadores. Este joven gallego quiso dejar constancia de que 'he vuelto porque no podía dejar escapar la oportunidad de seguir aprendiendo de la experiencia de Pantic. Entrenamos mucho y nos trata muy bien; me encantaría llegar a ser como él.”
Por otro lado, encontramos a Sergio, alumno externo de ocho años, enfundado en su camiseta de la selección argentina quien comentó que'soy medio argentino, porque mi padre es de allí y a mí me gustaría llegar a jugar al fútbol como Maradona, el mejor del mundo.”
Siguiendo con el valor añadido del compañerismo, Milinko añade que 'hay niños válidos y otros no tanto, futbolísticamente hablando, pero nuestra tónica es la transmisión de valores, por lo que intentamos que los mejores se solidaricen con los menos buenos y no abusen de su calidad, sino que sepan compartir su técnica con el resto. Además, los mejores tienen una gran oportunidad aquí, ya que este es el campamento del Atlético de Madrid y los participantes que destaquen tienen la posibilidad de entrar en las categorías inferiores del Club, a través de mis informes finales”.
En cuanto a valores como el esfuerzo y el trabajo, el que fuera jugador de la primera plantilla del Club, los destaca como primordiales. 'Desde el primer día, nos centramos fundamentalmente en la disciplina y creamos un buen ambiente, transmitiendo ideas positivas. Hemos mejorado la preparación física. Es un campamento muy profesional, con entrenador de porteros, preparador físico y un alto nivel de los entrenadores.”
'Me gusta la perfección, tener controlado cada detalle. Cada entrenador sabe su función, dirigiendo a los alumnos de acuerdo a lo planificado las semanas que preceden al Campus. La idea es que nuestros entrenadores ofrezcan una formación técnica. El que sabe jugar al fútbol triunfa. La técnica triunfa sobre la fuerza, como ha demostrado la Selección Española con su triunfo en la Eurocopa”, añade Milinko.
El campamento se desarrolla en las instalaciones deportivas del Cerro del Espino y de La Oliva, contando en total con cinco campos de fútbol en los que los chicos y chicas se ejercitan de manera completa. La mañana está dedicada a la preparación física, con ejercicios de conducción, golpeos, control, técnica o tiros a portería. Por la tarde se realizan partidos, con la intención de poner en práctica todo lo aprendido durante la mañana.
Sobre las siete de la tarde, los alumnos externos regresan a casa y los internos a la Residencia de la Universidad Camilo José Cela. No acaba ahí un gran día en el Campus de la Fundación Atlético de Madrid, puesto que, al llegar a la residencia de Villafranca del Castillo, los internos pueden disfrutar de la piscina climatizada hasta la hora de la cena.
Después de cenar, tienen tiempo para llamar a sus familiares y comienzan 'las veladas’, en las que disfrutan de juegos varios, competiciones de ping pong, futbolín o voleibol, hasta que el reloj marca las doce de la noche, momento en el que los chicos marchan a dormir, renovando así la energía necesaria para la jornada siguiente.
Violeta Segura
FOTOS: Ángel Gutiérrez